Sin duda alguna, las personas con problemas de Salud Mental constituyen una de las poblaciones más susceptibles de sufrir situaciones de exclusión, discriminación, explotación y desigualdad. Por paternalismo, por ignorancia y por soberbia, los y las profesionales de Salud Mental colaboramos en esta situación discriminatoria e injusta hacia los mal llamados enfermos mentales. El Siglo XXI, siglo caracterizado por la lucha hacia los derechos humanos en los distintos ámbitos en los que, de una forma u otra, se han visto vulnerados, debe poner en valor a las personas con diversidad mental.